Los padres y madres tendemos a controlarlo todo sobre nuestros hijos pensando que nuestro trabajo como padres es precisamente el decirles el “qué, cómo y cuándo”.
Si damos cierta libertad a nuestros hijos y dejamos que manifiesten sus personalidades (dentro de unos límites sanos y conscientes), evitaremos las rabietas y la desconexión que provoca el control que ejercemos sobre nuestros hijos.
El mensaje que recibirán nuestros hijos es:
“Está bien ser como soy”
“Soy válido”
“Soy digno de respeto”
Fortaleceremos su autoestima y confianza para relacionarse con el mundo.